miércoles, 10 de agosto de 2011

CARIBE VISIBLE, COMO PAN CALIENTE

Se está secando la tinta, el viernes a esta hora ya estará en manos de todos los asistentes a su lanzamiento, la revista CARIBE VISIBLE, que hacemos para Fedecaribe.

En Sincelejo en el Auditorio Fortunato Chadid Jattin de la Gobernación de Sincelejo, en el marco del III Encuentro Regional y Rendición Social de Cuentas de las ONG del Caribe Colombiano, será un evento que contará con la asistencia de más de 200 ONG. Tendremos periodistas invitados y personalidades de la hermosa ciudad de Sincelejo.

Esta primera edición está cargada  de historias y de procesos compartidos con un moderno diseño, como lo estarán las que siguen, todos los corresponsales regionales pusieron su empeño, el equipo de comunicaciones de Fedecaribe, y su presidente Marciano Puche estuvieron siempre en pie de guerra coordinando y apoyando y en MSV trabajamos con amor y tesón en este proyecto que hoy es una realidad y que sentimos como propio.

La segunda edición ya empezó a trabajarse, no se pierdan ni una sola publicación de lo que será la mejor forma de contar las historial de lo social en el Caribe.

lunes, 8 de agosto de 2011

EXPRESO BRASILIA CUMPLE 50 AÑOS

Medio siglo de vida y aún sigue renovándose, ojala todas las mujeres que llegarán a esa edad pudieran decir lo mismo. Creo que ni Carlos Vives, ni Barack Obama que cumplen 50 por estos días, se mantienen como Expreso Brasilia, nueva a pesar de sus 50 años andando por las carreteras de Colombia.

Claro está, hay que reconocer que desde hace 10 años para acá, las cosas entraron en el rumbo adecuado para mantenerla vigente hacia el futuro, y gran parte de ese logro está en manos de un hombre de bajo perfil pero con toda la experiencia en sacar adelante procesos empresariales y reconocido por su conocimientos administrativos, económicos y financieros, el es Mario Rodríguez Escallón, un bogotano que ama el Caribe Colombiano, un economista e historiador al que le fascina el mar y cuya familia (su esposa y dos hijas) se han hecho adoptivas de Barranquilla y Cartagena.

Mario ha impulsado dentro de la empresa temas de trascendencia para su desarrollo como lo es, la planeación estratégica, sistemas integrados de gestión, mercadeo, servicio al cliente y comunicación organizacional, todo centrado en lo que él considera es el corazón de Brasilia, su gente, sus empleados hacen de Brasilia lo que es hoy en día.

Yo lo puedo decir con todas mis fuerzas, trabajé por tres años en esta empresa y me recibieron con los brazos abiertos, me despidieron con lagrimas y aún sigo teniendo grandes amigos allí. Desde el portero, las aseadoras, los conductores, los auxiliares, los directores de agencias, los jefes de áreas, todos y cada uno son especiales. Brasilia es una gran familia por dentro, es cálida, es receptiva, es unida y saben gozarse la vida aún cuando "Don Mario" como le dicen al gerente, les llame a preguntarles cómo van las ventas y si no tienen a mano las cifras llega la pregunta clásica "¿Cuál es el número de su cédula?", "así debe conocerse las cifras de la empresa y de su agencia" ellos, los directores de agencia se ríen y gaguean, pero terminan contestándoles las preguntas al acucioso gerente. 

Cuando se trabaja en Brasilia hay que estar como los Boy Scoutt, ¡siempre listos! una llamada, una pregunta, un proyecto, un pasajero, una reunión, miles de cosas suceden a la vez y muy pocos cogen fuera de base a sus empleados.

Tengo un recuerdo muy grato de la calidez de la familia Brasilia, a los seis meses de haber empezado a trabajar con ellos en el año 2004, falleció mi papá y ellos, como si me conocieran de toda la vida, acompañaron a mi familia, llegaron hasta las funeraria y se quedaron conmigo,  los jefes, los subalternos, aún pusieron buses al servicio de la funeraria, fue maravilloso sentirme acompañada en esos momentos difíciles y eso nunca lo podré olvidar. Como tampoco olvidaré lo rico que se aprende al lado de Mario Rodríguez, el es un maestro por naturaleza, se toma su tiempo y explica a quienes no conocen del tema, su lado docente siempre está a flor de piel y no le da pereza invertir tiempo en que todos conozcan lo que deben conocer.

Mis preciosos recuerdos de risa y chistes con Juan Soto, Peter Flag (Pedro Bandera), el brinca corto de Alberto ferrucho, mi días de disertación con Abelito Duarte, la Chachy Castillo (mejor conocida como Menchy), Vilma, Lucho, Oscar Páez, Xenia, Patri, Margui Quintero y de Silvestri, Zule, Yamile, tantos y tantos que sería terrible no poderlos mencionar a todos, pero el tiempo y el espacio no alcanzan.

Gracias Brasilia por cumplir 50, gracias Brasilia porque cada día te esfuerzas por mejorar para que podamos seguir viajando ¡por las rutas de mi Colombia!

¡Qué viva Colombia, carajo!


TOMADO DE LA REVISTA SEMANA

Por Daniel Samper Ospina

Es exagerado decir que hicimos el ridículo ante los cuatrocientos millones de personas que siguieron el espectáculo. Quizá si la luz hubiera estado prendida.

Sábado 6 Agosto 2011

Permítanme desahogarme: tengo dolor de patria. Me duele el país. No soporto a aquellos que critican lo que hacemos; a aquellos que despedazan la bonita ceremonia de inauguración del Mundial Sub-20, cuyo resumen cuelgo en la versión web de esta columna.


Es verdad que pudo haber salido mejor, no lo niego. De entrada reconozco que fue una tontería no encargar el montaje a coreógrafos profesionales, como Nerú o William Vinasco Ch. Yo, personalmente, habría tratado de convocar a artistas que bailaran mejor o que, al menos, pesaran menos de 120 kilos. Pero entiendo a los organizadores: ¿qué más podían hacer, si los demás cantantes no acudieron al llamado? El exsecuestrado que canta corridos no volvió a aparecer. Shakira ahora se cree catalana. Silvestre Dangond dijo que prefería reservarse para cantar en el Mundial Sub-12. Y Martha Senn se negó a salir al escenario sin ballenas, pese a que tenía ahí mismo a Juan Piña, que, a mi juicio, lo hizo muy bien, más allá de que haya deglutido a dos bailarines durante la presentación. (Jorge Alfredo Vargas también se lució en la transmisión, aunque luego haya deglutido a Juan Piña).

Es cierto que el show tenía algo de presentación escolar. Pero no lo neguemos: cualquier sueco pudo gozar con ese bello recorrido folclórico que abarcaba todas las zonas del país, como la llanera, interpretada por unos muchachos que simulaban bailar joropo mientras los desplazaban otros que simulaban ser del Bloque Centauros. También fue destacable el espectáculo de explosiones de cierre, que representaba a la población de Toribío; y la irrupción en escena de un señor disfrazado de papagayo, que en un comienzo supuse que era Poncho Rentería, pero que resultó ser Bambuco, la mascota del Mundial. Es injusto. Si recibían mascotas, han debido ponerle una trusa a Pachito Santos y dejarlo bailar en la ceremonia. Se lo merecía. Pobre.


Sin embargo, es exagerado decir que hicimos el ridículo ante los cuatrocientos millones de personas que siguieron el espectáculo. Quizá si la luz hubiera estado prendida. Pero nadie pudo ver nada: ¿quién manejaba la luz? ¿César Gaviria, acaso? ¿Fabio Puyo, el del Guavio? 


Y, con todo, el evento fue un éxito. El presidente no pudo hablar porque el micrófono estaba dañado, con lo cual evitamos ofrecerle al planeta la versión criolla del Discurso del rey. Y con la talla de las bailarinas y de Juan Piña demostramos al mundo que en Colombia no hay hambrunas. 


Pero, lamentablemente, hay apátridas que no creen en nuestra raza; en esa gente bella, en esa gente linda que come cubios y se mete la corbata entre los botones de la camisa para que no se le chorree en el almuerzo. 


Sépanlo de una vez: Colombia es un país en el cual la gente puede cumplir sus sueños. En caso, claro, de que los sueños consistan en ver a Jota Mario Valencia todas las mañanas. Es una lástima que no creamos en nosotros mismos, cuando todos los extranjeros sucumben ante nuestros encantos. Un futbolista inglés estaba preocupado porque le habían dicho que a Inglaterra le había tocado el grupo de la muerte y se veía jugando contra una bacrim. Pero -vean el final del mismo video- una vez que llegó al aeropuerto, lo recibió una comparsa de mujeres policías que bailaban cumbia con unas panderetas, como sucede en cualquier país normal, y el pajarraco Bambuco se abalanzó sobre él y lo puso a dar vueltas hasta que se lesionó el tobillo. Después, en la calle, le robaron el celular, es cierto: pero ya nadie le quitaba lo bailado.


No hay un solo extranjero que no esté gratamente sorprendido con el país: un hooligan quedó derretido con Suso el Paspi. La delegación de Arabia Saudita se convirtió al catolicismo luego de oír el programa El man está vivo, del padre Linero. Y, exceptuando la celebración del gol de James Rodríguez, el pueblo se ha sabido comportar aunque las canchas ya no tengan rejas: las quitaron para encerrar a los exfuncionarios de Uribe porque, al ritmo que caen, Acerías Paz del Río no da abasto.


Es verdad que Bogotá podía estar mejor preparada para recibir el flujo de turistas. Han debido ampliar el horario de los paseos millonarios, al menos, y convencer a Clara López de que no inaugure cada dos horas una nueva cuadra de la 26, porque mientras corta la cinta, lee el discurso y toca la banda, pueden presentarse algunos atascos. Pero hay paquetes turísticos muy completos que incluyen asistir a una frijolada de doña Olga Duque, que es nuestro museo de cera; visitar a Belisario en su clase de manualidades de La Fontana y poder tocarlo para pedir un deseo; alzar al Pincher Arias; alzar a Edward Niño; ir a un concierto con tiroteo en Aguapanela's y conocer la agencia espacial de Angelino.


Dejen las críticas. Amen al país. Todo ha salido bien, y el espectáculo de clausura saldrá aun mejor, como ya lo anunció Yuri Chillán. Ojalá cante ella, Yuri, siquiera una baladita. Y ojalá convoquen a José Obdulio y Bernardo Moreno, que son expertos en hacer montajes; y llamen a Mockus para que caliente al público gritando arengas; y baile Jean-Claude, vestido con mallas y maquillado de señora, que es como lo quiere ver el país; y contraten a Inocencio Meléndez para que cante todo lo que sabe. ¡Y que viva Colombia, carajo!