Esta es la historia de un arroz con coco que empezó planeándose desde temprano, el coco costó 1.500 pesos, la libra de arroz, un poco más de mil pesos. Todo estaba listo, acostumbro sacar el agua del coco y luego colocarlo sobre fuego para desprender un poco la concha. Lo rompo contra un piso duro, saco la carne del coco y la rallo, luego sigo todos los demás pasos para hacer el arroz con coco.
Muy sabia yo, muy creativa, muy inteligente, se me ocurrió romper el coco no contra un piso duro, sino contra el lavadero (debo decir que es de granito fundido) así que me dije: "servirá para partirlo", lo vi muy fuerte para reventar el coco, lo que nunca pensé por supuesto, es que el lavadero tenía su parte débil; la llave de agua, la tubería que la soportaba, así que el cocazo partió el tubo y el chorro de agua me bañó por completo, bañó toda la cocina, mojó el tarro de basuras que estaba cerca, mojó las escobas que tenía a su lado y por supuesto mojó mis ganas de preparar arroz con coco.
Grité como loca para que alguien me ayudara, salieron Luisa y Santy (mis dos hijos) y al verme, corrieron a cerrar la llave de entrada de agua al apartamento. Quedé pensativa... no tenía a quien echarle la culpa, la gran idea había sido de mi autoría, así que pensé y pensé y le pedí a Luisa que llamara a un plomero para arreglar la situación.
Después de esperar 45 minutos, llegó Tomás (el plomero), y en un abrir y cerrar de ojos arregló la tubería, puso una nueva y todo volvió a funcionar, el arreglo costó 50 mil pesos. Así que de 2.700 pesos que me podía costar hacer ese maravilloso arroz con coco, terminé pagando 50.000 pesos por la idea.
Me quedé sentada pensando en cuantas cosas deseamos hacer con las mejores intenciones, cuántas cosas vemos fuertes y resistentes y realmente esconden también un lado sensible y suave que puede ser quebrado si no lo sabemos manejar.
Cuántas veces hacemos mucho daño porque no vemos más allá, no somos capaces de observar el pequeño detalle que puede sorprendernos y causar estragos. En la familia, esa persona que no dice nada pero que va alejándose cada vez más, en la empresa ese empleado que ha callado su cansancio e inconformidad y su sentido de pertenencia va desintegrándose.
Miramos el todo sin los detalles, miramos las fortalezas y nos olvidamos de sopesar el panorama que nos podría resultar de las debilidades. Las decisiones personales, empresariales, todas ellas nos plantean un causa - efecto y se requiere sabiduría, mirar todas las posibilidades y escuchar a varias mentes para ver más allá de lo que estamos viendo.
Todo esto surgió de un coco reventando una tubería de agua!.
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